27.9.06

COMO SERA LA CASA DEL FUTURO

Parece mentira, pero la casa que acusa una antigüedad de centenares de miles de años no ha sufrido tantas y tan sustanciales modificaciones como la genética que son recientes o la aeronáutica por ejemplo; unos años atrás quien esto escribe mostraba que en la representación jeroglífica del Antiguo Egipto aparecía la planta de una casa idéntica a la que vió en la actualidad en las arenas del Sinaí; pero por encima de este ejemplo, si observamos desaprensivamente nuestras viviendas actuales y mas allá del uso de nuevos materiales: el vidrio, los metales, la electricidad o los sistemas sanitarios internos, comprobaremos que los cambios han sido mucho mas cuantitativos que cualitativos. Quizá la higiene y la privacidad - esta última a partir de la especialización funcional - deben apuntarse como hechos positivos y nuevos, pero esos avances pierden significación cuando advertimos que, paralelamente se fueron soslayando conceptos primarios relacionados con el clima, las orientaciones, las lluvias y el sol. Es decir, se avanzó en un sentido y se retrocedió en otro.
La sobreurbanización terminó apartando definitivamente al hombre de la naturaleza viva y la desplazó a lugares lejanos, apartados de las realidades cotidianas y domésticas: la casa influyó decisivamente para que este divorcio se produjera, porque además se la concibió encerrada como conjunto de cubículos los cuales establecen con absoluta precisión que actividad debe llevarse a cabo en cada uno de ellos. Dimensionados para esos exclusivos fines – dormir, comer, cocinar -, cerrados sobre sí mismos, casi siempre alejados del suelo – nos referimos a los edificios de departamento -, este racimo amontonado de cajas apiladas termina por constituirse en el universo privado del hombre de la ciudad, único y excluyente, donde se desarrolla parte de su vida.
Pero claro, con el tiempo aparece la costumbre, los hábitos y a medida que estos avanzan desaparecen las críticas, y el fenómeno se asume con total naturalidad; desde luego detrás de estas deformaciones se esconde la especulación inmobiliaria y la rentabilidad del operador como único objetivo. Así la casa se inscribe entre las estructuras deteriorantes del hombre en situación.
Las resultantes formales espectaculares con que frecuentemente se revisten los conjuntos residenciales de alto nivel no hacen otra cosa que mostrar la pobreza esencial del producto arquitectónico – cuya naturaleza se basa en la habitabilidad - y desviar su interpretación hacia las Artes Plásticas, cuyos objetivos son naturalmente otros: una casa debe servir para albergar, hospedar, aposentar y también para proteger, defender de la acción predadora de la naturaleza, los vendavales, las lluvias, etc., además de favorecer las relaciones personales de los miembros del grupo que la habita y admitir sus singularidades y no solo juzgarse por su “belleza”. Aceptar que la única guía de la Arquitectura es el “Arte” y esa su excluyente motivación no distaría mucho que afirmar que lo importante de un avión, lo que conducen a sus diseñadotes a darle la forma que tiene, es su aspecto estético y no la compleja trama ingenieril basada en las leyes de la aerodinámica que permiten que los colosos de centenares de toneladas se desplacen raudamente por el espacio. Los colores decorativos que distinguen a cada una de las compañías de aeronavegación nada tienen que ver con el “modelado” en fin, con la forma de la aeronave.
Quizá el ejemplo exagere los contrastes, pues la casa no esta sometida a la gigantesca presión de los espacios exteriores como el avión; quizá en la vivienda la relación entre el “Arte” y el objeto ofrezca un espacio mucho mayor que resultaría imposible en condiciones tan severas en una aeronave. Si embargo cargar las tintas con ejemplos extremos, tiene por finalidad mostrar las peligrosas desviaciones en que va incurriendo la Arquitectura y su progresivo alejamiento de las finalidades primarias, mencionadas anteriormente.
Sin embargo, muy lentamente y de la mano de las más nóveles tecnologías ha comenzado a aparecer nuevas reinterpretaciones de la vivienda basadas en las ostensibles modificaciones observadas en la estructura de la sociedad - relaciones de pareja, con los hijos y relaciones interpersonales -, y del brazo de lo que genéricamente se a dado en llamar el “high tech”.
Aún avanzando por el incierto territorio propio de la incorporación de nuevas tecnologías en un universo tan convencional como el doméstico, estas nuevas alternativas han ido abandonando afortunadamente algunas propuestas primarias algo fútiles – tales como la iluminación de la vivienda mientras uno se acerca en automóvil, avisos, calentamiento automático de la comida, mensajes orales en televisores planos de pared, acondicionamiento térmico de los locales un tiempo antes de la llegada cualquiera fuese la hora , preparación del yacuzzi, etc. – y se han lazado, ahora sí, a temas mucho más profundos y propios de la Arquitectura: nos referimos a la organización o distribución de la casa.
Todo arranca de comprender que el estereotipo “Funcionalista” resulta demasiado rígido para la ya aludida transformación o movilidad de la sociedad actual; que la forzosa adaptación que el morador debe hacer en una casa estándar, la inadecuación que presenta cuando aparecen situaciones imprevistas, en fin; el “Funcionalismo” que tan buenos resultados dió en la última centuria, ha comenzado a hacer agua y a ser cuestionado.
Una corriente de hace algunos de años llamada la “Polivalencia”, intentaba responder a estas inadecuación del “Funcionalismo” a las múltiples variaciones que exige la vida, abriendo los locales a alternativas imprevistas es decir; quitándole rigidez a esa concepción unilateral que hacía que un dormitorio, por ejemplo, sirviera y fuera dimensionado a partir de la exclusiva función del descanso. La “polivalencia” se proponía quebrar esa suerte de autonomía a partir de la discusión de la organización clásica de la vivienda: un local debía ser pensado para servir en las más diversas situaciones aceptando finalidades temporales, diferentes y variables.
La experiencia nos muestra que estos conceptos están presentes - a su manera - en buena parte de los barrios en donde, por ejemplo se ha sacrificado un dormitorio para hacer en su lugar una pequeña despensa, o el primitivo lugar de “estar” para convertirlo en una peluquería. Inevitablemente el funcionamiento de la casa se resiente: la gente se ve obligada a amontonarse en los lugares remanentes y todo se vuelve incómodo.
Esta experiencia mostraba que el progreso debía profundizarse, pero mediante técnicas más avanzadas: es cuando nace una suerte de “high tech” que se basa en la reelaboración de la organización de la casa, en su estructura compositiva, es decir, en lo que comúnmente se llama distribución y no en cosas accesorias.
Primariamente se llega a la conclusión que el instrumental al que recurren inevitablemente los arquitectos para imaginar una obra es inadecuado; los organismos arquitectónicos deben imaginarse según mecanismos nuevos y que estos mecanismos bien podrían emerger de el Grafo – una parte de la Topología dentro de las ramas interesantes de la matemática contemporánea – en especial en un área muy específica denominada “rotación del núcleo”. Se trata de una suerte de geometrización de los movimientos interiores de las aristas, proceso casi idéntico al producido por las “Esclusas” o “Válvulas lumbreras” en la Arquitectura.
Debe aclararse que la Topología es un parte de la Matemática y la Geometría que poco o nada tiene que ver con la convencional euclidiana o métrica, y se caracteriza porque las figuras geométricas aparecen inscriptas en superficies mutables, modificables, como por ejemplo una lámina de caucho o goma; las posible transformaciones o alteraciones morfológicas del dibujo original – mientras no haya desgarramiento o se agujeree – no lo modifican cualitativamente. (Ver “Nuevos Instrumentos para imaginar la Arquitectura” de C.L.Carli, Editorial Fundación Mauro Yardin.)
Ahora bien, la articulación entre esta geometría aparece cuando entran en la consideración los temas arquitectónicos ya aludidos, fracturas, descomposición familiar, dispersión, dislocación grupal, alteraciones organizativas a las que está sometida la sociedad actual y la falta de congruencia entre estas realidades y la rigidez e invariancia, la inalterable organización de las plantas “funcionalistas”, que ofrece el panorama actual.
La incorporación de las “Esclusas”, modifica totalmente la concepción de la vivienda. Al surgir las partes móviles capaces de transformar el organigrama básico, (el “processus”) para incorporarlo al acto creativo remite rápidamente a la “rotación del núcleo”, hecho posible porque se abandona definitivamente la geometría métrica. Van apareciendo así partes móviles asociadas a otras que se subordinan a ellas, trasformaciones que responden, ahora sí, a las nuevas instancias de la sociedad en situación.
Como se comprende inmediatamente estos procedimientos hacen a la naturaleza esencial de la Arquitectura; ahora bien, los movimientos producidos por las “esclusas” deberán ser digitalizados. De ese modo el “high tech” en este caso se mete en la entraña misma de la Arquitectura, produciendo adecuaciones a situaciones imprevistas; la modificación en la dimensión de los locales, su readaptación, serán posibles con solo apretar un botón: y la casa sufrirá grandes cambios. Cambios que también podrán verificarse en la relación con la naturaleza que se incorpora o circunda la casa pues de pronto un arbusto aparecerá en el interior como inmediatamente puede pasar a ser exterior: un patio que ahora es abierto rápidamente pasara a ser cerrado, una piscina exterior podrá incorporarse a interior del estar, etc.


Arq. Cesar Luis Carli
Colaboró Daniel Galetti